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lunes, septiembre 26, 2005

De España se pone monárquico

Lo primero que lei de Ramón de España fueron sus cómics en el Cairo: Fin de semana y Velvet Nights. El primero, con dibujos del desaparecido Montesol, tenía grandes momentos pero la segunda obra, dibujada por Sento, me parece uno de los mejores cómics que se publicaron en los ochenta aunque haya quedado bastante olvidada con el paso del tiempo. Pronto recuperaría La noche de siempre, su primer cómic y su primera colaboración con Montesol, interesante pero demasiado endogámica, demasiado llena de chistes privados, demasiado destinada a una gente muy concreta que ya no lee, si los llegó a leer alguna vez, cómics.
Los artículos que hacía al mismo tiempo en el Cairo no estaban mal. Recuerdo uno sobre las elecciones de 1982 que me divirtió bastante. Pronto probé algunos de sus libros: su ensayo sobre Buddy Holly o La vida mata, recopilación de cuentos entre los que están la versión original de Velvet Nights o la descacharrante Diario de un bohemio.
El cierre de Cairo, la salida de Complot y la reconversión de Complot en el TBO de la etapa Joan Navarro provocó que Los fabricantes de estrellas quedara incompleta pese a los diversos anuncios que tuvo. Una lástima. Por cierto, sumemos a Roger al grupo de dibujantes desaparecidos...
A Ramón de España desde entonces lo vi en textos diversos: ensayos humorísticos como Europa, mon amour y su continuación más olvidable España, mon amour; artículos en El País (algunos fueron hilarantes y los guardo en un cajón de por casa); algunas novelas...
Sus primeras novelas fueron Sol, amor y mar y Nadie es inocente. La primera tenía bastante gracia, la segunda era un poco más de lo mismo, sustituyendo la Cataluña costera por Barcelona ciudad. Si en la primera me dio la impresión de encontrarme ante mi idea de un libro de Vizcaíno Casas, la segunda me lo reafirmó ante ese alud de socialistas de medio pelo atontados por dos tetas, fachas más listos e independentistas zumbados. Además, se perdía bastante el tono metiendo de golpe, entre escenas cómicas, momentos grotescos o dramáticos. Desde entonces ha escrito varias novelas más pero no me han apetecido excesivamente.
Sí he ido leyendo sus colaboraciones en El Jueves, bastante en la línea de sus trabajos para El País. También lei su regreso al cómic, junto a Tomeu Seguí: El sueño de Mexico, un cómic interesante que mezcla lo mejor y lo peor de Ramón de España, grandes escenas, personajes y diálogos con pérdidas de rumbo, tono, escenas grotescas y dramáticas bastante gratuitas. Al menos la labor de Tomeu Seguí salvaba esos momentos más flojos. Y ahora, el Jueves saca una colección de literatura de humor del que Querida Letizia. Cartas a una princesa embarazada es su primer volumen. 180 páginas, más o menos, que se leen en un suspiro. Porque Ramón de España consigue algo que poca gente me da: un estilo literario que me engancha. Ligero, coloquial, aparentemente, pero con un nivel que ya quisieran muchos.
Primero, una aclaración. Desde que en 8º de EGB me explicaron la segunda Republica uno es laico y republicanos. El que haya gente que tenga unos privilegios y viva a cuerpo de rey no se sabe muy bien por qué me parece indignante. Con lo que cobran al menos que sirvan al menos para que se rían de ellos, oye. Este tipo de humor tiene én mí a un lector fiel.
¿Se ríe de ellos Ramón de España? A medias. Hay momentos tremendamente irónicos, comentarios maliciosos y está documentado, más de lo esperado. El problema es que parece que le sabe mal hacer humor a costa de la Familia Real, porque no acaba de ver más apetecibles otras opciones. De España aprovecha el libro para poder dar caña y opinar sobre otros temas que se apartan un poco de temas reales pero que parece que le interesan más: los políticos en general y algunos en particular, el clero, el nivel cultural en España, etc... Junto a textos y disquisiciones lúcidas sobre estos temas diversos hay otros en los que flota una cierta apatía.
Mi capítulo favorito es el dedicado al ex-marido de Letizia. En él, de España analiza una novela corta del susodicho de la que se decía que estaba basado en su divorcio. Bueno, tras leer algunos extractos coincido con Ramón de España en que uno no puede culpar a nadie que no quiera seguir compartiendo su vida con él...
En resumidas cuentas, es un libro entretenido, tiene buenos momentos aunque podría haber sido algo mejor.