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martes, octubre 11, 2005

Los imprescindibles-3: Dick Tracy

Cuando se habla de clásicos de prensa, en el ambiente crítico de este país, se suelen repetir los mismos nombres. Habitualmente son tiras del King Features Syndicate que han sido editadas con mayor o menos éxito con anterioridad.
Tiras de otros sindicatos de distribución suelen olvidarse más frecuentemente. A veces los olvidos son sangrantes como es el caso de Dick Tracy de Chester Gould.
Los motivos son diversos. Creo que el principal es por desconocimiento, en general, ya que ediciones de Dick Tracy hay pocas, incompletas, caras y, en general, no muy buenas... en los USA. En España se ha visto poco y no de lo mejor.
Debo confesar mi pasión por Gould y su obra. Pocos autores clásicos y básicos son tan personales. Por mucho que se hable de escuelas de Raymond y Caniff, Gould va aparte. Tuve el placer de hablar sobre Gould con un conocido admirador de su obra como es Martí, el dibujante de Taxista. Martí comentaba que la fama de facha que tiene su obra (otro de los puntos por los que puede que nadie hable de él) es bastante discutible ya que la exageración de la que hace gala tiene un punto autoparódico que evita la credibilidad, la verosimilitud. Puede ser. Como mínimo, la violencia de sus cómics hacía que organizaciones conservadoras pusieran el grito en el cielo.
El mundo de Tracy es grotesco, deforme, exagerado. No es creíble ni lo quiere ser. Sus villanos monstruosos, anteriores a Batman, son memorables. Flattop, Pruneface, Brow, the Blank, Shoulders, Influence siguen siendo grandes personajes.
Gould escribía desde el corazón, desde las tripas. Improvisaba argumentos día a día. Esto no es algo que parezca muy recomendable pero el resultado es realmente fresco. Leídos ahora, sus cómics se aguantan perfectamente. Hay pocos cómics de aquellos años que parezcan tan actuales. Las muertes súbitas podían caer en cualquier momento. Hay tensión, emoción, ironía y se devora con auténtico placer.
Bueno, al menos el Dick Tracy de los 40-50. Luego a Gould se le fue un poco la olla y casó a Junior con una princesa selenita y tal. Pero durante 20 años Gould desbordó pasión y talento en un cómic maravilloso que anda hoy bastante olvidado.
¿El Max Allan Collins? No está mal. Pero no es lo mismo ni de lejos.