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miércoles, noviembre 23, 2005

Kiss Kiss Bang Bang: una muy agradable sorpresa

La expresión Kiss Kiss Bang Bang tiene dos orígenes. El primero sería el apodo que le dieron los japoneses a James Bond. De hecho, el tema musical que hizo Shirley Bassey para Operación Trueno tenía ese título (y tendréis que recurrir a algún CD con una antología de temas bondianos ya que al final esa película tuvo una canción de Tom Jones con el título de la película en los créditos). El otro vendría de un cartel italiano que comentó una conocida crítica de cine norteamericana. Y no nos olvidemos del cómic de Crossgen, más ligado a lo primero que a lo segundo.
Una película se acaba de estrenar con ese título casi de tapadillo. Probablemente porque no hay ninguna gran estrella. ¿Un Robert Downey Jr rehabilitado y envejecido? ¿Un Val Kilmer que no levanta cabeza? Si Harrison Ford hubiera hecho el papel de Kilmer como se le propuso, la Warner se hubiera gastando más pasta en promocionarla y veríamos anuncios por la tele y todo eso...
El responsable de este film es Shane Black, un nombre muy ligado a algunos de los mayores éxitos de las películas de acción de los 80-90 (y a otras que fueron relativos fracasos, todo hay que decirlo). Black guionizó las dos primeras partes de Arma Letal, El último boy scout y El último gran héroe. Sus películas usaban parejas con miembros muy diferentes, grandes momentos espectaculares y bastante humor. Black también era, es, muy consciente de las convenciones, de las modas. Pudimos verlo en el final de El último boy scout con ese diálogo entre los personajes de Willis y Wayans: Ya no basta con ser duro, ahora hay que hacer comentarios chistosos o algo así comentaba Bruce Willis. Esto ya era más evidente, al ser la premisa de la película, en El último gran héroe.
También lo es en Kiss Kiss Bang Bang que, tras arrancar con una llamativa escena inicial y uno de los mejores títulos de crédito iniciales que he visto en mucho tiempo, pasa a ser una reflexión irónica sobre las convenciones del género policiaco en general y del cinematográfico en particular. Para ello usa una voz en off con comentarios que rompen la cuarta pared, divide la historia en capítulos (con títulos sacados de textos de Raymond Chandler) y usa el montaje que da gusto verlo al mismo tiempo que nos cuenta una enrevesada historia de asesinatos, suicidios y mentiras planteado más como una comedia negra que como un relato policiaco al uso. Esta estructura permite ironizar sobre escenas (la inevitable escena de tortura tras la cual el héroe se carga a los malos) o estructuras(en todos los libros Johnny Gossamer llevaba dos casos: uno muy fácil y otro muy difícil pero al final estaban relacionados. ¡Eran el mismo!), con bastante ingenio. Algunos momentos que hemos visto montones de veces en películas se utilizan con giros inesperados y resultados hilarantes. Claro que para esto, mi escena favorita es la del perro... No apta para todos los paladares pero me tuvo riendo varios minutos.
En fin, una película de acción, con numerosos toques humorísticos, bastante poco políticamente correcta (por no mencionar la cantidad de personajes que fuman, follan, dicen tacos, mienten, son desagradables, roban o lo que haga falta) y mucho más ingeniosa de lo que les puede parecer a muchos.